El barco marchaba a 4, 2 nudos. El viento perfecto, el sol radiante, una que otra ave marina, todo en calma, todo en orden. La tripulación tranquila haciendo sus deberes, mientras que el miraba desde cubierta como ejercían sus labores. Su aspecto era igual al de un hombre joven, pero con experiencia y sabiduría, transmitía un aire de paz y paciencia. Fumaba un cigarrillo como si fuese el último, su expresión de satisfacción era obvia, sus frágiles dedos lo sostenían y sus sensuales labios lo aspiraban. Definitivamente era un hombre muy bien parecido, y de una cultura increíble. Pero sus ojos decían algo: estaba ausente, un ser sin alma, una parte de su mente fuera de este lugar; Daba órdenes, observaba sus cartas, escuchaba la radio, estaba pendiente de cada detalle, pero su mirada decía lo contrario.
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