LA EDUCACIÓN Y FORMACIÓN de valores en el hombre empieza desde su más tierna edad. La identificación de educación y desarrollo de valores es una interacción continua entre el individuo y su entorno sociológico, en donde se van desarrollando de una forma progresiva los hábitos de una convivencia civilizada, de unos valores éticos como la solidaridad, la tolerancia... La habituación y consistencia de estos valores pueden ser sofocados o estimulados según los complejos educativos que actúan sobre ellos. Estoy hablando de los valores culturales de un pueblo, de una sociedad, de un país, en los que se ven implicados como docentes y discentes la sociedad entera. Los medios que empleen estos agentes educativos pueden marcar el futuro formativo de toda una generación. Es la cultura de un pueblo, su identidad, que le diferencia de otros pueblos o países.
Hemos vivido un fin de siglo y comienzo de otro en el que se han quemado libros de valor cultural incalculable, y también despojo y destrozos de obras de arte, historia viva de los orígenes de la cultura universal ante la inhibición de quienes podían protegerlas. En este mundo, que nunca ha sido tan desigual económicamente, nunca ha sido tan igualador en relación con las ideas y la moral, como dice Galeano. Hay una uniformidad obligatoria, hostil a la diversidad cultural del planeta. Los medios de comunicación de la era electrónica están imponiendo la adoración unánime de los valores de la sociedad neoliberal. Muchos piensan que lo que se ha denominado "globalización cultural" no ha sido otra cosa que la americanización de la cultura a nivel mundial. Hay quien habla de censura a esta intromisión cultural que corroe y adultera nuestras raíces culturales, creo que es incorrecto e ineficaz. Es conveniente fortalecer la conciencia de las gentes para lograr un distanciamiento crítico de estos valores extraños que empobrecen nuestro acervo cultural. No se trata de cerrarnos al mundo, sino de incorporar lo que puede enriquecernos de otras culturas a partir de nuestra propia realidad. Para los que subviertan la escala de valores, hay que luchar contra ellos con el arma de la educación al servicio de los hombres y de las civilizaciones plurales.
La escuela es el motor de cualquier cambio en la sociedad del futuro. El sistema escolar debe formar ciudadanos conscientes, cultivados con una visión clara de la historia que les haga conocer en cada momento las consecuencias de hechos sociales remotos y menos remotos. Con el dominio oral y escrito más completo posible de su lengua materna, el estudiante actual será el ciudadano del mañana. Crítico, tolerante y exigente con sus conciudadanos. Es importante la formación integral de los niños que ejercerán sus deberes ciudadanos en un futuro próximo. La escuela es un medio privilegiado para ello, es indispensable para la formación de la masa crítica ciudadana, que en todo momento pueda atraer un cambio de los que no toleran las prácticas sociales o políticas dominantes.
Si hemos hablado de deterioro cultural, no podemos obviar la degradación y deterioro que sufre nuestra lengua constantemente. La expresión correcta del lenguaje y la batalla para lograrlo debería ser obra de los más que la difunden, como prensa, televisión, publicidad e, incluso, Administración y enseñanza, que en cambio permanecen las más de las veces indiferentes e impasibles. Hay muchos desinteresados del lenguaje y bastantes que se enrolan en formas y modismos de importación. La lengua es las expresión del alma y su carácter. Luchemos tomando como armas el rigor y el esfuerzo colectivo de todos los estamentos comprometidos contra los que mancillan, ofenden y mutilan nuestro más preciado patrimonio cultural, que es el lenguaje. Termino con una frase muy elocuente de José Martí: "Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas".
Hemos vivido un fin de siglo y comienzo de otro en el que se han quemado libros de valor cultural incalculable, y también despojo y destrozos de obras de arte, historia viva de los orígenes de la cultura universal ante la inhibición de quienes podían protegerlas. En este mundo, que nunca ha sido tan desigual económicamente, nunca ha sido tan igualador en relación con las ideas y la moral, como dice Galeano. Hay una uniformidad obligatoria, hostil a la diversidad cultural del planeta. Los medios de comunicación de la era electrónica están imponiendo la adoración unánime de los valores de la sociedad neoliberal. Muchos piensan que lo que se ha denominado "globalización cultural" no ha sido otra cosa que la americanización de la cultura a nivel mundial. Hay quien habla de censura a esta intromisión cultural que corroe y adultera nuestras raíces culturales, creo que es incorrecto e ineficaz. Es conveniente fortalecer la conciencia de las gentes para lograr un distanciamiento crítico de estos valores extraños que empobrecen nuestro acervo cultural. No se trata de cerrarnos al mundo, sino de incorporar lo que puede enriquecernos de otras culturas a partir de nuestra propia realidad. Para los que subviertan la escala de valores, hay que luchar contra ellos con el arma de la educación al servicio de los hombres y de las civilizaciones plurales.
La escuela es el motor de cualquier cambio en la sociedad del futuro. El sistema escolar debe formar ciudadanos conscientes, cultivados con una visión clara de la historia que les haga conocer en cada momento las consecuencias de hechos sociales remotos y menos remotos. Con el dominio oral y escrito más completo posible de su lengua materna, el estudiante actual será el ciudadano del mañana. Crítico, tolerante y exigente con sus conciudadanos. Es importante la formación integral de los niños que ejercerán sus deberes ciudadanos en un futuro próximo. La escuela es un medio privilegiado para ello, es indispensable para la formación de la masa crítica ciudadana, que en todo momento pueda atraer un cambio de los que no toleran las prácticas sociales o políticas dominantes.
Si hemos hablado de deterioro cultural, no podemos obviar la degradación y deterioro que sufre nuestra lengua constantemente. La expresión correcta del lenguaje y la batalla para lograrlo debería ser obra de los más que la difunden, como prensa, televisión, publicidad e, incluso, Administración y enseñanza, que en cambio permanecen las más de las veces indiferentes e impasibles. Hay muchos desinteresados del lenguaje y bastantes que se enrolan en formas y modismos de importación. La lengua es las expresión del alma y su carácter. Luchemos tomando como armas el rigor y el esfuerzo colectivo de todos los estamentos comprometidos contra los que mancillan, ofenden y mutilan nuestro más preciado patrimonio cultural, que es el lenguaje. Termino con una frase muy elocuente de José Martí: "Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas".